martes, 22 de julio de 2025

Black Sabbath: Back to the Beginning / Ozzy Osbourne... Into the Void

Desde el pasado sábado 5 de julio de 2025 no he podido descargar ni externar a bien la tristeza y felicidad que me han embargado por igual. Como miles, millones de melómanos, tuve la fortuna de experimentar y presenciar la última actuación de la formación original de Black Sabbath (compuesta por Tony Iommi, Geezer Butler, Ozzy Osbourne y Bill Ward), y el homenaje y celebración a su inigualable carrera por parte de una inolvidable actuación de docenas de músicos de diversas generaciones. 

Y es que necios serán aquellos que en alguna ocasión de su vida hayan sido tocados por el tritono de la banda pródiga de Birmingham, Inglaterra, y aseguren no haber sentido nada ante el despliegue musical, humano, tecnológico, comercial y empresarial del mencionado sábado realizado en el estadio Villa Park de Birmingham, y en el que hubo 45000 asistentes cuyos accesos agotaron en menos de veinte minutos (los espectadores nos multiplicamos exponencialmente hasta llegar alrededor de 6 millones vía la transmisión en línea, que tuvo un costo de 15 dólares, y cuya experiencia pudimos incluso repetir al día siguiente por la señal que estuvo abierta durante 48 horas en total). 

Sí, el retorcido colmillo para los negocios de Sharon Osbourne, esposa de Ozzy, es ya mítico y la ha convertido en un enemigo de la humanidad casi al nivel de Yoko Ono (a quien por cierto, resta desmitificar como la causante de la ruptura de la banda más grande del Universo), por lo que no es gratuito pensar a bote pronto en las codiciosas posibilidades de este inigualable evento. Sin embargo, además de la promesa de entregar alrededor de 140 millones de libras esterlinas para la ayuda a hospitales especializados en niños con diversos padecimientos, puedo asegurar que la reunión por cerca de diez horas durante el transcurso del sábado de millones de almas para saludar y despedir por última ocasión a esta banda primigenia respondió a una decisión de vida y no a un movimiento mercadológico o grito de la moda. 

Por supuesto, en muchos de los cientos de rostros que pudieron verse de los asistentes al festival a través de la transmisión era notorio que no conocían las canciones más allá de ‘Paranoid’, ´War Pigs’, ‘N.I.B’, ‘Iron Man’, ‘Children of the Grave’ y ‘Black Sabbath’; razón por la cual las emotivas y un tanto sorpresivas interpretaciones a rolones ‘poco conocidos’ de Sabbath, como ‘Johnny Blade’, ‘Electric Funeral’, ‘It’s Allright’, ‘Junior’s Eyes’, ‘Never Say Die’ o ‘Wicked World, por bandas como Slayer, Metallica, Guns ‘n’ Roses y Pantera, las coreamos un público menos avasallante, pero igual o más de emocionado.
Con Tony Iommi durante su primera visita a la Ciudad de México (bueno, segunda...)

Como cada uno de los escuchas tocados por los sonidos infernales, psicodélicos y de una pesadez cuyo espesor sólo encuentra comparativo en las ominosas, severas y lisérgicas letras de esta banda, puedo contarles de historias inolvidables en torno al Sabbath y que fueron formativas en mi vida. Contarles de las extenuantes tardes escuchando a Sabbath encerrados tíos y primos; de los ‘domingos’ que tuve que reunir con los de mi hermano para comprar equis disco en vinilo del Sabbath; del golpe sensorial que tuve al escuchar por primera vez ‘Black Sabbath’ con su tormenta y campanadas que abrieron nuevas percepciones en mi vida o la incomparable carga eléctrica que arranca en ‘Neon Knights’… aunque trataré de apegarme a memorias con Ozzy y no a la etapa de Dio, segundo vocalista de Black Sabbath. Puedo contarles de la defensa eterna que siempre mantuve por Sabbath ante los necios que buscaban convertirme en un Zeppelin (con Purple la cosa se cuece aparte, y cuanto deseo que se les valore cabalmente); puedo relatarles sobre las horas que pasamos afuera del hotel en el que se hospedó la banda en 1992 cuando se presentaron por primera vez (con Dio al frente) en el entonces Distrito Federal y valiéndonos madre ante la emoción tomamos el lobby y aventamos morrales y vinilos para que los firmaran; o de la ocasión que pude conocer y estrechar la mano del llamado ‘Príncipe de las Tinieblas’, la de un loco temblando tras su primera actuación en el Palacio de los Deportes en 1995, y cuya prueba es una foto donde comparto oxígeno con un grupo de afortunados ‘fans’ que apenas y permitieronque mis ojos y frente alcanzaran a asomarse en el chacaleo para salir en la instantánea junto a Ozzy.

Efectivamente, ese rosario de anécdotas y vivencias se incrustan, enquistan y vuelven parte de nuestro ser trascendiendo, entonces, el simple deleite durante un momento de esparcimiento o diversión. La obra de Black Sabbath durante mucho tiempo (años, décadas) fue exclusiva para oídos y mentes que sabían comprender y valorar el ruido, la oscuridad, todo lo severo que posee mensajes y revelaciones que suelen ser ocultados. Esa obra fue menospreciada, prohibida, satanizada (recordemos a los miles de metaleros mexicanos con causa que nos dejaron como ‘novia de pueblo’ en 1989 cuando el gobierno panista de San Luis Potosí decidió prohibir la que habría sido la primera actuación de Black Sabbath en el país, ante presiones de grupos que aseguraron que se trataba de un pretexto para realizar actos satánicos y consumo de drogas… y eso que el concierto ya venía de una cancelación en León, Guanajuato…). Quienes la escuchábamos fuimos menospreciados y satanizados en más de una ocasión, y ni eso nos orilló a negarlos una sola vez. Hoy por giros históricos, transformaciones sonoras y humanas, los sonidos y los mensajes infernales de Black Sabbath son tanto pioneros como modernos, y encontraron sentido en el pasado y lo encuentran en el futuro que es hoy.

La reunión de músicos de alto calibre y de diversas generaciones de heavy metal y más (desde Ron Wood hasta Tobias Forge/Papa Emeritus) durante el sábado 5 de julio mencionado, en el evento denominado “Back to the Beginning”, además de permitirnos constatar que es posible la convivencia hasta en los terrenos históricamente más alterados, nos permitió constatar igualmente las razones de las pasiones que logran convocar de manera auténtica algunos eventos artísticos y culturales. La comunión de alrededor de 6 millones de feligreses no es cualquier cosa y la felicidad compartida durante diez horas a través de todo el planeta, sin duda, debe ser uno de los momentos más bellos de la historia reciente.
Con mi hermano Rogelio Matamoros y otros 'fans' durante la primera visita de Ozzy Osbourne a México (soy el que está atrás del tipo sonriente...)

Por eso es que la cita del sábado 5 de julio pasado fue tan importante. Porque aunque despedimos y pagamos tributo a una entidad abstracta llamada Black Sabbath, se trata de una entidad con la que hemos convivido y dialogado durante más de cinco décadas. Así, se trata de la despedida de un valioso y entrañable amigo, un preciado familiar, que entró y transformó nuestras vidas. Y eso, por supuesto, es de celebrarse y no olvidarlo jamás. ¡Larga vida al Sabbath! 

Adenda: Ozzy estaba viviendo tiempo extra desde hace mucho tiempo. Excesos, excesos y excesos mermaron su salud durante los últimos años. Sabíamos que su partida sucedería ya en cualquier momento. Su actuación hace un par de semanas, inclusive, muchos llegamos a dudar que aconteciera. Pero hoy finalmente sucedió lo que ya sabíamos que pasaría, pero no deja de ser difícil. Es más, la muerte de Ozzy Osbourne es prácticamente inconcebible, porque es de esas figuras que se antojan eternas; uno puede morir, pero ellos no. Pero hoy la noticia de su muerte, sin duda, nos cambia la perspectiva. Seguiremos cantando juntos, aunque ahora faltará algo. ¡Larga vida a Ozzy!

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