Vertical, Inc.
27 dólares

Trato de imaginarme, aunque no hace falta porque todos son hechos: durante la primera mitad de los años 70 Osamu Tezuka está en crisis. No se trata de una crisis artística, sino una más o menos existencial ante los cambios sociales y políticos que comienzan a darse posterior a los años 60. Con ello, la producción de manga y anime de Tezuka ya no resulta tan comercial (sigue, por supuesto, sobresaliente y única). A pesar de esto, su disciplina laboral continúa siendo inquebrantable: cinco días a la semana encerrado en su departamento-estudio alejado del mundo externo, tan sólo manteniendo contacto con el asistente que va a recoger sus páginas para llevarlas al estudio mayor, y con su esposa que le lleva la comida (sábados y domingo regresaba a su casa real) en cierto momento del día. Por supuesto, mientras él traza sus mangas, en el taller principal se desarrollan sus otros proyectos de animación y en su cerebro se cocinan otras historias.
Imaginemos, entonces, el cerebro de Tezuka en aquel momento, el cual acostumbrado a trabajar y crear diversas ideas y proyectos a la vez, entra en una dinámica de presión ante el momento histórico y las necesidades que surgen: las neuronas y la electricidad en su músculo cerebral provocan, así, cantidad ingente de historias, y todas marcadas por dudas, coraje, indignación, nostalgia, energía en general que se transforma en una de las etapas más incisivas de Tezuka.
Durante aquella época se dan obras cumbres como Black Jack, Phoenix, MW, Ode to Kirihito, Apollo’s Song y, entre otras, Ayako.
En Iconoctlán se ha cubierto de manera insistente la obra de Tezuka, y esto continúa ahora con Ayako, historia que Tezuka serializó entre 1972 y 1973, en la revista Biggu Komikku, esto es después de Ode to Kirihito y Apollo’s Song, y previo a iniciar Black Jack. Ayako ha sido publicada recientemente por Vertical Inc. en una hermosa edición de pasta dura.
Ayako, de entrada, se perfila como la historia más extensa en la obra de Tezuka (obras como Astroboy, Black Jack e, inclusive, Phoenix, son más extensas, pero se componen de diversas historias), por tanto, podemos imaginarnos una historia mucho más compleja.

Ayako es el nombre del miembro más joven de la familia Tenge, una niña depositaria de lo más puro que pudiera haber en la familia, aunque su origen en realidad sea una aberración. Verán ustedes: en 1949, a su regreso a Japón tras servir a su ejército, Jiro Tenge se encuentra con un país tomado por el ejército estadounidense al mando del general MacArthur, y su recibimiento es el anuncio de que deberá de convertirse en agente al servicio del Gobierno de las Fuerzas de Ocupación. Al llegar con su familia, encuentra que una reforma agrícola ha exigido la repartición de tierras feudales entre los campesinos, esto es un duro golpe a la familia Tenge, que durante décadas ha vivido de explotar grandes hectáreas de tierra. Y esto, tan sólo, como algunos elementos de la descomposición que experimenta la familia Tenge, y como un simple ingrediente de un cuerpo mayor que es toda la nación.
La familia Tenge es depositaria de mentiras y traiciones en medio de un país derrotado y en busca de resurgir. Entre los miembros de la familia se dan todo tipo de actos extremos: asesinatos, violaciones, incestos, robos, maltrato físico, y demás actos bíblicos que parecen llegar a su pináculo con la privación de la libertad de Ayako, quien alrededor de 15 años se la pasa encerrada en un sótano, por no decir que es producto de las relaciones del paterfamalias con la esposa de uno de su hijos...
Los Tenge son la materia que Tezuka utiliza para hablar del difícil trance por el que Japón pasó durante el siglo pasado, y parece que en un esfuerzo por desentrañar el caos que se vivía en los años 70. Para ello, aleja su trazo del estilizado y caricaturizado estilo que durante años explotó. Con Ayako encontramos, tal vez, el ejemplo más naturalista de su dibujo al igual que de su discurso: una tragedia novelesca que en ocasiones parece extenderse o perder el hilo de algunos personajes, pero en realidad es tan sólo la evolución de personajes desolados.
En el contexto de la obra de Tezuka de aquella etapa, tal vez Ayako se trate de la obra más dispareja del maestro; sin embargo, creo que igualmente me ha provocado esa sensación por el mismo errar de sus protagonistas. Ayako, como cualquier obra de Tezuka, es superior a mucha de la narrativa de cualquier medio de su época y de otras.
Aquí pueden leer un extracto de Ayako.