sábado, 25 de septiembre de 2010

La Revolución

La Revolución,
por Francisco de la Mora, Rodrigo Santos y Pepeto,
a partir del libro de Javier Garciadiego
Edita El Colegio de México y Taurus


Si leyeron el post anterior, tal vez, igual que yo, se preguntaron cuándo y cuál sería el primer proyecto que tendríamos en nuestras manos de historieta, en el marco de la celebración del Bicentenario y Centenario de los conocidos hechos históricos nacionales. Y pues de los que mencioné en dicho texto, hasta ahora no he visto ninguno; y pronto espero comprar el de Trino: Historias desconocidas de la Independencia y la Revolución.

En esta espera fue que gracias a la aparición del mismo texto, Francisco de la Mora amablemente me envió una copia de La Revolución, primer volumen de la serie Nueva Historia Mínima de México, guionizado por él mismo y Rodrigo Santos (a partir del libro del mismo nombre de Javier Garciadiego), ilustrado por Pepeto y publicado por El Colegio de México y Taurus.

Planeada como una colección de ocho volúmenes (cuya publicación concluirá en 2012), hasta el momento se han puesto a la venta el mencionado volumen, así como el dedicado a La Independencia. Este proyecto, de la Mora comenta, lleva realizándose poco más de dos años, y fue una iniciativa de él y Santos que llevaron a El Colegio de México. Pepeto fue recomendado para el proyecto por Ricardo Peláez y, para comenzar, tomaron como base el bestseller del Colmex: Nueva Historia Mínima de México que, a la fecha, ha vendido más de 5 millones de copias. Para el resto de los volúmenes tomarán como base textos de investigadores como Josefina Zoraida Vázquez, Pablo Escalante Gonzalbo y Bernardo García Martínez, entre otros.


En este primer volumen los cronistas y narradores son don Pascacio, un maduro vendedor de libros, depositario de la historia reciente del país (con reciente me refiero de la Revolución para acá) y dueño de una librería de viejo, y la cual está siendo del interés de una empresa interesada en comprar el lugar, y representada por un joven -nuestro segundo protagonista-, que simboliza al México nuevo y desarraigado, aunque con un súbito interés por ese conocimiento de Don Pascacio que, curiosamente, resulta renovador para el joven.

Las constantes visitas del joven en un intento por seducir al librero para que venda, se transforman en encuentros para completar una crónica que resume de buena forma la gesta revolucionaria aunque, por supuesto debido a la compresión que exigen 52 páginas de trabajo historietístico, a momentos resulta un tanto abrupta.

La rememoración va desde 1910, cuando el porfiriato provocaba reacciones como el periódico Regeneración, de los hermanos Magón, y hasta el asesinato de Álvaro Obregón por León Toral, y la creación del Partido Nacional Revolucionario, ya con Emilio Portes Gil como presidente.


Con don Pascacio y el agente como interlocutores, la crónica de poco más de los primeros veinte años de vida de la nación durante el siglo XX se acomoda de buena forma en viñetas de notable economía de información, aunque sin duda se extraña la splash page neural en la historieta contemporánea y que, sin duda, sería de interés para los lectores más jóvenes, a los que igualmente se busca atraer hacia esta colección.

El trabajo de Pepeto muestra una elasticidad notable en su línea, que ofrece desde un buen trabajo en los rostros y posiciones de los personajes, hasta la transición de la acción y el propio montaje de las viñetas. No obstante, como lo comenté líneas arriba, se extraña el momento explosivo de la ilustración a página completa, sobre todo cuando estamos hablando de conflictos sociales y bélicos, de la necesidad de mostrar la trascendencia y magnificencia de los hechos. Pero igualmente entendemos la dificultad de comprimir una historia tan compleja y extensa, además de que, como cuenta de la Mora, la colaboración es complicada cuando hay una distancia de por medio entre guionista y dibujante, además de que debe de buscarse la forma de respetar el texto original.

El proyecto de Nueva Historia Mínima de México es notable por su presentación y su esfuerzo (creo que, conforme vaya desarrollándose el proyecto, el texto podrá ser más económico y dar mayor libertad a la imagen): es bueno ver que se le de el tratamiento de lujo a una historieta mexicana en el propio país y, como dice Mora, se trata de una herramienta “para entender los procesos más importantes que dieron forma al país, es la información básica que todo mexicano debe conocer. Puede también ser un puente a otro tipo de información más específica de algún evento en concreto”.

Si se preguntan dónde conseguirlo, pueden buscarlo en la red de librerías normales, algunas tiendas de autoservicio y la omnipresente Sanborns.



viernes, 17 de septiembre de 2010

De caudillos y adelitas

En la historieta mexicana la gesta revolucionaria, y en menor grado la de Independencia, ha resplandecido como auténtico escenario de hazañas heroicas, en el que sin remordimiento alguno cabe la realidad y la ficción.

En la historieta mexicana, los héroes que nos han dado patria visten como la historia visual nos lo ha dicho (en el caso de la Independencia, como lo asumieron los retratos, ilustraciones y caricaturas que comenzaron a producirse desde 1926 cuando, más o menos de forma sistemático, iniciaron su aparición con el diario El Iris), sus actos nos remiten a lo escrito por la historia oficial; pero, igualmente, hay ocasión para las licencias más allá de la poesía, dando paso, así, a momentos de alucinación natural a la historieta mexicana. Casi como la ópera o el cine, los conflictos armados y sociales presentan los ingredientes necesarios de todo gran espectáculo: drama, acción, suspenso que en conjunto crean sensaciones sonoras y atmosféricas. Sin duda, el cómic internacional ha sacado partido de la vitalidad y el dramatismo de los conflictos humanos; no obstante, dudamos que exista un acercamiento tan variado como el que se ha hecho en México.



Armas políticas
Si tomamos a la caricatura como antecedente directo de la historieta en México, prácticamente podemos entender a ambas como productos de la Independencia. En el número 104 (de 1972) de Los Agachados, Rius explica: “La caricatura en México nace pocos años después de consumada la Independencia […] la Nación, asegún parece, era en aquellos años una olla de grillos, y los primeros caricaturistas tenían ocasión de ridiculizar las acciones (también ridículas de aquellos políticos, muchos de ellos hoy considerados héroes)… así nos damos cuenta que el nacimiento de la caricatura coincide con el de la crítica; es decir, nace como un arma política”.

Y el parque de aquella carabina apuntaba hacia el nuevo gobierno. Porfirio Díaz se convierte en el personaje favorito de los caricaturistas y de revistas como Bulle Bulle y El hijo de El Ahuizote, desde donde una sociedad nueva comienza a recibir información que será importante para el inicio de la Revolución, mientras los caricaturistas sufren censura o exilios forzados, como sucedió con Gabriel Gahona “Picheta”, quien fue enrolado en el Ejército para aplacar su pluma, o como con Ernesto “El Chango” García Cabral, quien fue becado a París por el gobierno de Francisco I. Madero, gobernante harto ya de la sátira que de él y su esposa hacía el fenomenal ilustrador.

Previo y posterior a la Revolución, la caricatura política de protesta juega un papel importantísimo en lo que queda de la prensa subversiva ante la mayoría de una prensa al servicio del Gobierno. Con las campañas alfabetizadoras que se dan en México a partir de 1922 (iniciadas por José Vasconcelos, al frente de la SEP) y sucesivamente, en un par de décadas el número de mexicanos alfabetizados supera el de iletrados, aunque la lectura continúa siendo un acto prácticamente elitista.

Dentro de ese escenario la aparición de Paquín, la primera publicación mexicana dedicada exclusivamente a presentar historieta (seguida por Pepín, Chamaco y otras), viene a romper con esa barrera en la lectura, pues se trata de literatura al alcance de todos gracias a sus tirajes millonarios, y su costo y lenguaje accesible.

Como el dibujante Ramón Valdiosero lo explica en el tomo II de Puros Cuentos (Grijalbo/Conaculta, 1993), heroica investigación de Juan Manuel Aurrecoechea y Armando Bartra: “Mucha gente aprendió a leer para entender los pepines. El resorte fue querer saber lo que decían los monos; porque el que leía le platicaba al otro: ‘Mira mano, éste es el que domestica al toro para que mate a Joselito’, y pues se ponían a leer”. Y entre las páginas de estas publicaciones, entre los melodramas de Yolanda Vargas Dulché, Antonio Gutiérrez y Guillermo de la Parra (Yesenia, Ladronzuela, Geisha), el thriller de barrio bajo de José G. Cruz (Ventarrón, Doctor Benton, Santo, el enmascarado de plata), la socarrona comedia costumbrista de Gabriel Vargas (La familia Burrón), y las variaciones nacionales a mitos yanquis por Joaquín Cervantes Bassoco (Wama), Sealtiel Alatriste (Escuadro 201), entre muchos otros autores y obras más, es que en las páginas de estas publicaciones se cuelan, como si fueran misterymen, protosuperhéroes, tanto los mitos como los hechos de la Revolución.


Yo soy Villa, Pancho Villa
Es en 1936 cuando las andanzas de Doroteo Arango y su alter ego, Pancho Villa, se refractan en las páginas de la historieta y encuentran continuación heroica. Tras su exitoso paso por literatura y cine, Villa asume de forma natural su nuevo escenario y, bajo la pluma de Elías Torres y los dibujos de Ignacio Sierra, deviene aventurero inmortal en las páginas de Sucesos para todos, publicación de Editorial Sayrols. Ahí, como se documenta en Puros Cuentos, el periodismo interpretativo está a la orden del día encontrando, incluso, respuestas a enigmas históricos; y es así que vemos, por ejemplo, a Ambroce Bierce morir bajo la pólvora de los soldados de Villa, cuando el escritor estadounidense le revela al centauro del Norte su intención de pasarse a las filas de Carranza, pues ya está cansado de andar con ‘bandidos’.

La figura y andanzas de Villa es material puesto para la hipérbole de la historieta mexicana y extranjera. Es, tal vez, la figura de la Revolución más rentable en la historieta, y así lo demuestran títulos como Pancho Villa su vida y anécdotas, en los 50; Hechos reales de Villa y sus Dorados, en los 60; y sus diversas participaciones en títulos dedicados a la Revolución o a la vida de personajes célebres, como Vidas ilustres, publicado por EDAR y Biografías Selectas, de Editorial Argumentos, durante los 70; Por favor… , de Editorial CITEM y ¿Quién fue?, de editorial Vid, en los años 80. Aunque no sin prejuicios, su fama llegó hasta las páginas del cómic extranjero, como en el caso de Pancho Villa, editado por el sello estadounidense Avon en 1950, a un precio de 10 centavos de dólar, y en el que se lee en la portada: “Mexico’s No. 1 Bandit”; o en la peculiar serie inglesa publicada por L. Miller & Son Ltd. También a mitad del siglo pasado y que parece sobrepasó los 50 números, Pancho Villa, The Robin Hood of Mexico, a un precio de seis peniques.

Ya en menor medida, multitud de insurgentes y revolucionarios poblaron los episodios de algunos de los títulos mencionados, junto a otros como Mujeres célebres, Episodios reales de la Revolución y Hombres y héroes.


Del desenfreno a la educación histórica
Otro caso peculiar de la Revolución en la historieta, aunque no tan multiforme como el de Villa, es el de la mítica mujer revolucionaria que en Adelita y las guerrillas (“El semanario de la aventura y la emoción”, anunciaba en portada), historieta realizada y publicada por José G. Cruz durante buena parte de los años 50, donde pasa de simple soldadera a toda una aventurera cosmopolita que derriba las barreras del tiempo: centradas en Jalisco durante la década de los 30, las aventuras de esta mujer la pueden ubicar con Victoriano Huerta o enfrentar con gangsters de la prohibición estadounidense, la llevan a aliarse con Juan sin Miedo o a enamorarse del Charro Negro. Como es de esperarse, la imaginación sin concesiones de Cruz consolida una narrativa intensa, barroca e inolvidable.

Pero no todo fue desenfreno en la historieta mexicana sobre la Independencia y La Revolución. Si los mismos paquines, pepines, chamacos, muñequitas y demás tempranas historietas sirvieron en México para fortalecer la alfabetización en la temprana nación mexica, la misma crónica de estos eventos en el formato de la historieta sirvió para continuar con los esfuerzos educativos y culturales de la SEP durante los años 70, con la revista Relámpago (que se vendía en los Centros de Alfabetización a 20 centavos, 80 por debajo de su precio en puesto de periódicos), y en los 80 con la realización del sobresaliente proyecto de México. Historia de un pueblo, una colección de 20 novelas gráficas de 80 páginas cada una, publicadas entre 1980 y 1981, y que cronicaban nuestra historia desde la llegada de los españoles, hasta el final de la Revolución. Este esfuerzo editorial compartido entre la SEP y la Editorial Nueva Imagen estuvo a cargo de Paco Ignacio Taibo II y Sealtiel Alatriste Lozano, este último, escritor quien inclusive realizó el guión del volumen “La rebelión de Canek”, ilustrado por su padre, el dibujante Sealtiel Alatriste Batalla. México. Historia de un pueblo, permanece como un esfuerzo sobresaliente de investigación, realización y producción dentro del medio nacional, en el que colaboraron una buena cantidad de escritores y especialistas, al lado de profesionales de la historieta mexicana, como Rafael Gallur, Ángel Mora y Antonio Cardoso, y extranjeros como el argentino Leo Duranona.
Por supuesto, durante los 60 y 70, también está muy presente el trabajo informativo y analítico realizado por Rius, en las páginas de Los Supermachos y Los Agachados. Entre los cientos de temas abordados por este historietista no faltó su acercamiento a estos eventos desde diversos puntos de vista y aspectos. Desde la exaltación de algunos personajes históricos (y la reprobación de otros) hasta la pregunta de si la Independencia y la Revolución fueron efectivas, en el discurso de Rius se encontró un importante bastión del periodismo crítico durante aquellos años.


Un festejo incierto
Y tras esta nutrida oferta de historieta histórica en México, ¿cuáles han sido los acontecimientos recientes?

Pues como sucede con el resto de historieta mexicana al momento: no hay mucha oferta, pero ahí parecen asomarse algunos esfuerzos. Desde febrero de 2009 se anunció un proyecto que la Comisión de Apoyo a los Festejos del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución de la Cámara de Diputados propuso a la SEP, para realizar diez cómics, cinco para la Independencia y cinco para la Revolución, destinados a los niños de primaria.

Y el otro es la Serie Bicentenario, un proyecto iniciado por el dibujante José Luis Pescador y que aparentemente estará conformado por 12 historietas (cada una centrada en un personaje clave de estos sucesos, y de ahí desarrollando la crónica) que comenzarán a distribuirse en mayo. El proyecto está apoyado por varias instancias, como la Universidad Iberoamericana de León y el Ayuntamiento del mismo Estado, por lo que inicialmente se distribuirá en esa área [hasta el momento ignoro si este trabajo puede conseguirse fuera de León]. Este proyecto reúne igualmente a escritores como Paco Ignacio Taibo II, José Luis Palou y F. G. Haghenbeck, e historietistas como Edgar Clément y Federico Blee.

¿Habrá otros proyectos en historieta que se concreten para este festejo? ¿Se consumarán estos que han sido cantados? ¿Estarán listos antes de estos festejos, o serán para las próximas conmemoraciones? ¿Qué futuro le depara a la historieta mexicana? [Tras la publicación de este texto, me llegó una publicación que desconocía: Nueva Historia Mínima de México, y que comentaré en el siguiente post]

¿Continuará?

*Este texto se publicó originalmente en el suplemento El Ángel, del diario Reforma, el domingo 22 de agosto.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Burroughs y la Novela Palabra/Imagen


A veces son tantas las cosas que uno desea, que en ocasiones se olvida de unas por otras. Caso en concreto: en ocasiones me acuerdo de buscar en algún sitio de internet alguna copia de The Unspeakable Mr. Hart, novela gráfica escrita por William S. Burroughs e ilustrada por el inglés Malcolm McNeill; pero obviamente se trata de un objeto difícil de conseguir y, seguramente, no debe de andar en un precio muy módico.

Ya tenía un rato de no recordar este trabajo, pero ahora me entero que Fantagraphics Books ha obtenido los derechos para reeditar esta obra, con un interesante agregado. A continuación, parte del boletín.

“Esta obra maestra será publicada en el verano de 2011, en un espectacular paquete de dos volúmenes: Ah Pook is Here, junto con Observed While Falling, que es la memoria escrita de McNeill documentando su colaboración con este icónico autor”.

Ah Pook Is Here se editó por primera vez en 1970, bajo el título de The Unspeakanle Mr. Hart, como una tira mensual en la revista inglesa Cyclops. Cuando la publicación se canceló, Burroughs y Mcneill decidieron desarrollar el proyecto hacia algo más extenso, como una Novela Palabra/Imagen (Word/Image Novel, el término Novela Gráfica aún no había sido creado). Burroughs entonces contaba con 56 años de edad, y McNeill con 23".

"El libro fue concebido como una sola ilustración por página, en la que texto e imágenes fueran combinadas en cualquier forma que pareciera apropiada a la narrativa. Se completó como 120 páginas continúas que se desplegaran. Un libro como ese, en su momento, no tenía precedentes y, por tanto, ningún editor quiso aventurarse a publicarlo como una “novela gráfica”. De esa forma, sus autores abandonaron el proyecto durante 7 años”.
"Ah Pook Is Here se trata de una consideración acerca del tiempo con respecto a sus diferentes percepciones, tanto de los antiguos mayas como la del pensamiento común en el actual mundo anglosajón. Burroughs consideraba que estás dos visiones resultan en un sistema de control en el que la élite perpetúa sus agendas a costa de la gente. Ellos crean el tiempo para ellos y, a través de medidas de control en constante crecimiento, intentan prolongar el proceso indefinidamente".
"Este libro fue un experimento, no sólo en términos de la forma en que fue expresada la idea, sino también en los efectos posibles que pueda producir la forma. A través de su carrera, Burroughs estuvo interesado con la forma fundamental de las palabras y las imágenes, particularmente con respecto a su habilidad para trascender el tiempo. En el caso de Ah Pook Is Here, la colaboración entre el artista y el escritor produce resultados que confirman la consideración del escritor. Este libro es esa clase de extrapolación, de proeza futurista de la imaginación que el lector puede esperar del autor de obras como Nova Express y The Ticket That Exploded."

Tenemos tiempo para ahorrar de aquí al 2011.