martes, 30 de septiembre de 2014

Killoffer y Frankenstein

El historietista francés Patrice Killoffer durante el mes de septiembre visitó nuestra ciudad, realizando diversas actividades, y de las cuales pocos se enteraron o interesaron.

Aquí rescato de la primera encarnación de Iconoctlán, un texto que escribí en 2008 sobre 676 Apparitions of Killoffer, un libro extraordinario, y Frankenstein Now and Forever, de Alex Blaradi, ambas publicaciones de L'Association y editadas en EU por Typocrat.

Cuando, de vez en cuando, uno se desintoxica del cómic yanqui, es como si te abrieran la cabeza y descubrieras una nueva sensación de libertad. Ojo, en ningún momento estoy diciendo que el cómic yanqui (léase de superhéroes) sea malo; pero en verdad que el balance es lo mejor.

Es como cuando llevas un rato de ver sólo películas gringas, y de repente ves una japonesa, una francesa o hasta una mexicana (o viceversa también, porque a veces uno se clava en las texturas), por nombrar sólo algunas industrias distintas a la hollywoodense. Pues esa sensación de redescubrir un mundo olvidado se da igual con la historieta realizada en otros puntos del mundo, como los dos títulos que hasta el momento ha publicado el sello inglés Typocrat.

676 APPARITIONS OF KILLOFFER, es una historieta realizada por el mismo historietista francés que firma como Killoffer. Construida a partir de una estancia breve del autor en Quebec, este espectacular ejercicio visual es de esos que uno ve y dice: “¡Ah, cabrón! Yo quiero dibujar como este maestro”. Killoffer se dibuja a sí mismo, deambulando por las calles quebequenses como lo hace por su misma psique. Toda la mugre de los "trastes sucios" que dejó en Francia viajó con él a Quebec, y mientras cruza por las calles quebequenses un soliloquio interno sobre las mentiras, los desechos corporales y el individuo le da el camino a seguir.

En realidad, no hay mucha explicación escrita por parte de Killoffer, solo unas cuantas páginas con la crónica de su sentir, para después dejar todo a su impecable línea clara en negro, evolucionando hacia la transcripción de la desesperación y el hartazgo a través de un ejército de Killoffers que representan toda la basura, o mierda, que uno va dejando en su vida, como el mismo autor declaró. la batalla de Killoffer con sus clones es desesperante y espectacular.

Killoffer es uno de los innovadores historietistas franceses que al lado de otros, como David B. y Lewis Trodheim, creó el importante colectivo galo L'Association.

676 APPARITIONS OF KILLOFFER es una opinión autoral que impresiona por el alcance de revelaciones como individuo que logra este artista y por su alto nivel plástico. Se trata de una obra inclasificable.

FRANKENSTEIN NOW AND FOREVER (Frankenstein Encore et Toujours), resulta igual de peculiar. Realizada por el autor suizo Alex Balardi, la idea de esta novela gráfica surge en este historietista tras la lectura del Frankenstein de Mary Shelley, y la necesidad de construir algo alrededor de la misma obra clásica.

Así, esta historia se desarrolla en Suiza, donde Shelley estableció y concibió la idea germinal para su clásico. Balardi nos presenta a dos mujeres jóvenes que curiosean entre los restos de un desalojo; ahí, una de ellas se encuentra una copia por demás maltratada de la novela Frankenstein, y ese hallazgo es suficiente para catalizar –o, más bien reconstituir- la locura y la depresión que descnasaba en estas mujeres.

El monstruo de Frankenstein, entonces, es el culpable de que caigan nuevamente; pero de la misma firma, es una víctima más del prejuicio que de su historia ha hecho uno de los dramas más célebres.

Aquí, los ominosos trazos de Balardi remarcan el alterado estado de la historieta, y permiten experimentar la incomodidad que en muchas ocasiones el entorno produce sobre sus habitantes.

Ambas obras pueden consguirse a través de www.typocrat.com

martes, 16 de septiembre de 2014

Los habitos peligrosos de leer HELLBLAZER desde hace más de 20 años. Una memoria.

En 1994, en el Polyforum Cultural Siqueiros se realizó la primera edición de la CONQUE, el primer esfuerzo en forma por asentar un certamen sobre historieta. Este lugar se transformó entonces en un importante refugio del medio pictográfico, permitiendo y colaborando en la constitución de una escena que hoy día presenta más o menos cierta forma.

Por aquella época vivíamos los embates de la construcción de una fuerte devaluación económica que alcanzó su cenit con el conocido como 'error de diciembre', una más de nuestras devaluaciones de rutina (aunque hay que darle su crédito como una inolvidable). A pesar de todo, comenzaban a proliferar locales y changarritos de comics e historietas, y había cierta oferta de traducciones de cómic en el mercado nacional, con Vid prácticamente como único sello editorial (nada comparable a lo que vemos hoy con cuatro editoriales que ofrecen más de 70 títulos mensuales en los puestos de periódicos).

Así, una convención con oferta de varias tiendas de cómics, un programa en forma con conferencias (impartidas, entre otras personalidades, por Yolanda Vargas Dulché, Sixto Valencia y Humberto Ramos), y un invitado como el maestro Sergio Aragonés, solventaron perfectamente este evento y prendieron la mecha de un bombardeo de cómics, cine, manga y anime que desde entonces ha continuado fluctuando.

La visión de los stands rodeando el Polyforum por dentro, los cuerpos sudorosos chocando por la no muy amplia pasarela que dejaban tales tendidos, y la galería de muchos cómics inalcanzables para no pocos presentes ante la evidente devaluación marcan mi recuerdo de aquella ocasión. Sin embargo, mi memoria más vívida es, sin duda, la oportunidad de conocer a don Aragonés e, igualmente, mi fabulosa adquisición de la recopilación de los números 41 a 46 de Hellblazer: Dangerous Habits, que por aquella época acababa de ser publicado por Vertigo Comics.

La historia es la siguiente. Entre las actividades que se organizaron en aquella ocasión hubo una en la que pude participar: Un concurso de trivia cuyo premio sería el Volumen 1 de Spider Man Marvel Masterworks. El concurso era para equipos, lo cual ya me ponía en desventaja, pues aquel día no iba ni con mi hermano ni con un amigo que compartía nuestros intereses. Así que tuve que hacer uso de mis escasas capacidades para socializar, y reuní a un grupo de tres o cuatro entusiastas que nos habíamos conocido horas o un día antes (no recuerdo exactamente) en la fila de acceso y en las distintas actividades de la CONQUE.

No recuerdo cuántos equipos concursamos, aunque éramos más de dos, sin duda. No recuerdo cuántas etapas fueron ni cómo fue dándose la eliminatoria, pero recuerdo que nuestro equipo resultó ganador tras responder un par de preguntas: una que versaba sobre la KGBeast, de la conocida saga de Batman, y otra sobre el Spirit, de Will Eisner, que tuve el tino de responder. Fue así que nos levantamos triunfales con el compilatorio del arácnido, y fuimos medianamente felices.

Lo fuimos a medias, porque entonces seguía el dilema de qué hacer con un libro para tres o cuatro personas. La solución lógica que encontramos fue ofrecer el libro en el stand de Cómics S. A. (de las primeras tiendas de cómics en el D. F.) a cambio de crédito para gastar en el mismo stand de ésta que, coincidentemente, fue la misma que proveyó el libro para el concurso. Hablamos con Carlos Tron, uno de los dueños de Cómics S. A., le platicamos nuestra situación y estuvo de acuerdo en la propuesta, ofreciéndonos -así- un crédito de 50 pesos a cada uno (ahora entiendo que éramos cuatro los integrantes) que, en suma, componían los 200 pesos que costaba el mencionado libro.

Sin duda, a los cuatro se nos hacia agua la boca con la posibilidad de poseer los primeros números del Araña en una edición de lujo en pasta dura; pero para ello tendríamos que haberlo rifado entre los cuatro (algo que habría resultado cardiaco) o contar con el dinero suficiente para cubrir el crédito de cada uno de los restantes dueños del libro. De esa manera, los 50 pesos de crédito para cada uno fueron más que buenos.

En mi caso, yo ya tenía prácticamente un acuerdo diabólico: pues había visto que contaban con la recopilación de Dangerous Habits, para la cual sólo tenía que completar 10 pesos.

Para ese momento, llevaba ya dos años adquiriendo Hellblazer mes a mes, desde su número 61; leer, entonces, el -para entonces- ya importante primer arco narrativo escrito por Garth Ennis, era una necesidad personal. Aquí estamos hablando de un periodo en el que las recopilaciones no eran algo automático como lo son hoy día. Se producían más a cuenta gotas, y sólo cuando la popularidad y trascendencia de la obra lo ameritaban. De Hellblazer, en aquel momento, sólo existía una recopilación de los primeros 9 números de la serie, escritos por Jamie Delano e ilustrados por John Ridway. Y hoy, tras 23 años de que tal saga se publicó por primera vez en su título mensual, y 20 exactos de que se recopiló en libro, es presentada por primera vez en México, edición de la cual me encargo en la traducción y formo parte del equipo que la publica mes a mes. Así que, por esta sonrisa diabólica del destino doy gracias a Satanás. Y a ustedes, les recuerdo que no dejen de leer esta lectura que es un obligado para el degustador de buen y clásico arte secuencial.