jueves, 10 de febrero de 2011

Un poco de Infierno con Hideshi Hino

Acceder al imaginario de Hideshi Hino, de entrada, sólo debe hacerlo aquel lector y espectador que, además de las ideas y propuestas comunes y corrientes, busque y guste de apreciaciones peculiares, viscerales y violentas en el arte. Y aún con este background, quien corra con la suerte de tener en sus manos algunos de los mangas de Hino, sin duda, se llevará una gran impresión. La tónica de la obra de Hino en manga (porque recordemos que también está su colaboración en la ultraviolenta serie de Guinea Pig) resulta una aberración al establishment artístico, pues su obra compone un enigmático estilo, que combina ciertos elementos relacionados con la ilustración para niños con una estética cuasi repulsiva y depurada además de, y sobre todo, abordar una serie de temas verdaderamente rudos y surrealistas. Es decir, no es lo que el pensamiento políticamente correcto espera. Que se trate de una aberración dentro del establishment artístico no lo digo en detrimento de dicha obra, por el contrario, la aplaudo como una de las visiones más auténticas y arriesgadas que nuestros ojos puedan ver en el arte contemporáneo. Panorama of Hell y Hell Baby, durante años, fueron las dos únicas obras editadas en EU de este autor, un compendio de locura y alienación que pocas veces ha sido visto en la historieta: la historia de un bebe arrojado al basurero por sus padres y que cobra venganza, así como el relato del artista con auténticas visiones del Infierno, no tienen par. Sin embargo, a mediados de la década pasada el sello DH Publications comenzó Hino Horror, biblioteca del autor en la que se esperaban publicar 100 mangas.

 
La realidad fue que no pasaron de 14 tomos los publicados, pero en ellos pudimos constatar el impresionante Infierno que corre a través de las venas de este mangaka. Por mencionar tan sólo tres de los títulos publicados dentro de dicha colección: Red Snake, Bug Boy y The Living Corpse. El primero es una historia de maldición familiar, en la que todos los integrantes de una familia parecen esperar la llegada de la locura: ésta se presenta en la forma de una serpiente roja que, en realidad, no es más que el elemento clave de un juego de espejos. La segunda es una de las varias de niños peculiares que le encantan a Hino: Sampei sólo encuentra refugio en el santuario que ha construido en un basurero, donde hospeda a todas sus mascotas. Su relación con éstas y con los humanos cambia drásticamente cuando es mordido por un gusano que ha surgido de su propio vómito (sí, así es), y una extraña transformación comienza a suceder.

Y el tercero es el doloroso y horroroso errar de un cadáver viviente que no sabe de su condición; en un paralelismo a El extraño, de H. P. Lovecraft, Hino habla prácticamente en primera persona del dolor de este cadáver, relato que construyó cuando él mismo padecía una enfermedad dolorosa. Tras el malogrado esfuerzo de DH Publications, Dark Horse lanzó Lullabies from Hell, un volumen con cuatro historias dementes de Hino, en donde puede leerse Zoroku’s Strange Disease, otra crónica de dolor y pústulas que unos años después formaría parte de la serie de adaptaciones en v-cinema: Hideshi Hino’s Theater of Horror, una saga que, de menos, me parece presenta una gran obra en el terreno de lo super creepy: The Boy from Hell, a su vez una variación a Hell Baby. Metáforas de alienación y terror absoluto es lo que Hino construye como sólo él sabe hacerlo. Y a continuación les dejo con parte de una entrevista que hice en 2004 por teléfono (por supuesto con ayuda de un traductor) con el mismísimo Hino.

 
Es común que el autor atormentado, a través de metáforas en su obra, deje salir todos los malos recuerdos y vivencias de la infancia y la adolescencia. Con Hino, sucede de forma distinta; pues a pesar de que efectivamente su trabajo reviste de fantasía las memorias, el discurso del autor es muy crudo y mucho más cercano a su vida de lo que podría creerse. “Nací en Manchuria , y cuando finalmente comencé a entender las cosas del mundo, mis padres me contaron cómo se creó dicha nación; como se sabe, fue a partir de la invasión japonesa a China. Eso, para mí ha sido una situación difícil pues, por una parte, me cuesta trabajo aceptar que nací ahí, pues me siento culpable de lo que los japoneses hicieron el pueblo chino; y por otro lado, a pesar de todo, no puedo evitar las ganas de visitar esa que es mi tierra natal. Este sentimiento confuso hacia mi lugar de nacimiento me ha causado cierto trauma desde la infancia”. “Todo esto tiene que ver con problemas de identidad. Comenzando con Manchuria, un país que en la actualidad ya no existe y que ha quedado como una simple ilusión. Cuando mi familia regresó a Japón tras el término de la segunda Guerra Mundial, siendo yo aún un bebé, fue que mi padre comenzó a ir de un lado a otro y sin darme la oportunidad de establecerme y tener amigos”. “En uno de esos lugares, viví poco más de lo normal, y causó un profundo impacto en mi vida. Se trataba de un lugar lleno de arrozales y campos de cultivo, con un río y todo era como un paraíso. Con la urbanización el lugar cambió su paisaje al de un horizonte fabril, en el que el río se llenó de aguas residuales y miles de alimañas. En algún momento, tal vez, sentí que ese lugar era mi tierra; sin embargo, estaba ya destruida. En mi manga, presento escenas de zonas industriales con fábricas que alzan sus chimeneas. Eso para mí, no representa más que terror, aversión y odio”. Todo eso, puede decirse, ha funcionado como una especie de musa contaminada; pues las influencias de Hino no pasan de una docena, además de ser muy arquetípicas. Es decir, la obra de este artista es netamente original. “Me gusta la obra de Ray Bradbury, en especial El hombre ilustrado, que creo definió el camino de mi trabajo. Igualmente me impactó La metamorfosis, de Kafka, y el Frankenstein (James Whale, 1931) de Boris Karloff”. Aunque los recuerdos son difíciles de olvidar, para Hino parece que el tormento ha pasado. Su obra, aunque cruda y difícil de digerir, ha encontrado un público que al mismo autor ha sorprendido. Y en ese proceso es que este artista, tal vez, está a punto de experimentar aquello que no pudo cuando niño. “Bueno, hacer mi manga y colaborar en Guinea Pig ha sido muy importante y necesario para mi. Pero así como antes de ser mangaka traté de ser director de cine bajo la influencia de Akira Kurosawa, ahora me gustaría hacer libros infantiles. La experiencia de reflejar mi mundo en Mermaid in a Manhole fue muy grata, y ahora me gustaría hacer eso con ilustraciones infantiles”.

5 comentarios:

Payos dijo...

Dónde se puede leer lo demás de la entrevista, mister M?

Morningstar dijo...

Hola, Payos. Pues la entrevista entera se publicó en 2004 en una revista llamada 24xsegundo. Tal vez en algún puesto de revistas atrasadas puedas encontrarla. De cualquier forma, espero rescatarla en corto en un librin sobre el horror japonés.

Payos dijo...

Suena más genial la segunda opción, me espero entonces al libriux n_n
Buen fin!

Carlos Q dijo...

Adoro la obra de Hideshi Hino, sus historias son realmente geniales y muy bellas de un modo torcido de verlas. Mi favorita es Caterpillar, siempre me hace llorar.

Morningstar dijo...

Sin duda, los que somos movidos por la obra de Hino, somos muy sensibles, Carlos Q.