viernes, 10 de junio de 2022

MY WAY, de Miguel Ángel Martín

¿Cuál es el peso de los nombres, de los apellidos?


En algunos casos el que cada familia que lo porte le dé; en otros el que cada individuo logre darle, y en muchos otros el que los demás decidan darle a partir de la desinformación, prejuicios y opiniones certeras o no que tengan de tal individuo o familia.


Está, por ejemplo, el protagonista de la más reciente novela gráfica de Miguel Ángel Martín: MY WAY (Reino de Cordelia, 2022), DeSalvo, un escritor que acaba de salir de prisión tras permanecer 15 años encerrado por culpársele de inducir con una de sus obras a una serie de crímenes (homicidio, pedofilia, suicidio). El editor de la misma se suicida al no soportar el peso del linchamiento de los medios, y DeSalvo tiene que esperar todo ese tiempo para llevar a cabo su venganza contra la sociedad.



Toco el tema de los apellidos, porque como sabemos en ocasiones debe arrastrarse y en otras puede llevarse en hombros, según el actuar de la familia o de uno mismo. Y cuando se trata de personajes públicos la cosa puede tornarse verdaderamente desagradable y sangrienta.


El lector avezado en la historia del crimen y la nota roja, relacionará automáticamente el apellido DeSalvo con el de Albert DeSalvo, el famoso “Estrangulador de Boston”, quien durante los años 60 asesinó al menos a 14 mujeres. E igualmente por ahí se cuela el apellido Nitti, que invariablemente esta relacionado con las armas de fuego. Que Miguel Ángel Martín nombre DeSalvo a su protagonista puede parecer una provocación, pero ello es parte central de su obra y, sobre todo, la cultura del crimen siempre —igualmente— ha nutrido su discurso y la forma de sus historias.


En el cuerpo de MY WAY, sin embargo, el apellido encuadra de manera automática el historial que tenemos y relacionamos con los nombres, con los símbolos, dándonos una idea preconcebida de lo que debemos esperar de cada individuo. Y ese parece tratarse de uno de los puntos nodales de esta novela gráfica: el peso desmedido que la sociedad le da al pre-juicio, a la opinión sin verdaderos fundamentos, sobre todo en medios electrónicos y redes sociales. Las verdades a medias, la información inacabada, los conceptos y opiniones manipuladas, conforman la opinión de nuestra sociedad.


La verdad distorsionada a DeSalvo en la novela gráfica, además de quitarle quince años de su vida y amargarle la existencia, le siembra un odio enconado hacia la manipulada sociedad, algo que manifiesta desde que sale de prisión mostrando una carencia total de respeto ante las reglas mínimas de cortesía y que se eleva hasta la ejecución de los actos más reprobables y monstruosos, los mismos que esa misma sociedad maniquea en el pasado le endilgó de manera acusatoria.


La venganza en la que se monta DeSalvo resulta entonces una cruzada de violencia que busca desestabilizar el estado de las cosas y, así, ya no dejar al descubierto —porque siempre ha estado a la vista de todos—, pero sí recordarle a la sociedad que con su cinismo no arregla ni hace que se olviden las cosas.


En el caso de Martín, con su obra nos encontramos —en buena parte de ella— ante uno de los trabajos más ausentes de restricciones de censura y prejuicios, por tanto uno de los ejercicios narrativos más libres y subversivos de los que se tenga memoria en los últimos treinta y pico de años. Si bien, MY WAY no se acerca al nivel gráfico de su recordada obra de culto Psychopathia Sexualis, sí resulta una obra estridente en su violencia discursiva y fuera de cuadro, todo esto con conocimiento pleno de las galimatías psicológicas que la opinión pública y las leyes pueden llegar a armar.


Martín, como es sabido, buena parte de su obra la considera y la acomete como humor negro, una condición que le permite el nivel de violencia, escarnio y profundidad crítica que lo convierte en —tal vez— el autor de cómics más violento publicado jamás. Él recuerda la complicada historia de Psychopathia Sexualis en Italia, donde su editor libró una batalla legal durante cinco años por atreverse a publicar la obra. De esa forma, los paralelismos en el autor y el protagonista de MY WAY llegan a un nivel claro, que seguramente resultará escandaloso para los lectores que gustan de chismes en redes y en sus vidas. Sólo tengamos bien en cuenta que aquella no deja de ser unas obra de ficción, y Martín es un artista con el don de entregarnos “a su manera” las historias que no nos atrevemos a contar, y por lo cual siempre le viviremos agradecidos.



 

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