martes, 8 de diciembre de 2009

The Salon


*La incesante actividad de fin de año me ha alejado de este espacio, por lo que recurro a rescatar algunos textos publicados en otros lados para mantenerlo vivo en lo que tengo un tiempo. Creo que vale la pena echarles un ojo de nuevo.


The Salon, de Nick Bertozzi
St. Martin's Griffin
20 dólares

Cuenta la historia, escrita por el propio Stendhal, que el encuentro entre la obra y el espectador, entre la percepción hipersensible y la belleza estética paralizante, puede producir una sensación de perdición. Al famoso autor francés una serie de palpitaciones, vértigo, sudoraciones y demás sensaciones de angustia lo catapultaron hacia la salida de la iglesia de Santa Croce, cuando se encontraba de visita en Florencia, Italia.

Aquella experiencia registrada en su libro de memorias Nápoles y Florencia: Un viaje de Milán a Regio ha permitido la designación del conocido como Síndrome de Stendhal, una reacción psicosomática a la exposición de belleza artística en grandes cantidades.

No todo mundo ha estado en Florencia para constatar de forma directa esta experiencia; sin embargo, no somos extraños a la inmersión en sensaciones aletargantes y placenteras a partir de la experiencia como espectador de ciertas obras artísticas. Hoy día, de hecho, la acumulación de medios y fórmulas de comunicación entre sus objetivos principales cuentan la manera de llevar a estados especiales a su público.

Para este fin, inclusive, se han creado simuladores que van desde los lentes para la experiencia cinematográfica en Tercera Dimensión y hasta las drogas de diseño.

En la Belle Epoque estaba la absenta, por ejemplo, y que a decir del historietista Nick Bertozzi compone un medio para acceder a otras realidades, a las capturadas en varias pinturas clásicas. Bueno, al menos en la ficción histórica que construye en su celebrada y un tanto polémica novela gráfica The Salon (St. Martins Press, 2007).

Desarrollada en París en 1907, al momento considerado como el surgimiento del Arte Moderno con la presentación de Les Demoiselles d’Avignon, de Picasso, es con este autor y con sus colegas Georges Braque, Gertrude Stein, Alice B. Toklas, Paul Gauguin y Guillaume Apollinaire que Bertozzi pone su escenario y forma su elenco. Todos los colegas que se reunían en el ‘salon’ de arte formado a partir de la colección de los hermanos Stein: Gertrude y Leo.

Gauguin es el ‘culpable’ destilador de un peculiar y fuerte licor azulado de ajenjo a partir de una raíz que, supuesta y únicamente, se da en una montaña de Hungría. Cuando este grupo descubre que beber esta poción permite derribar la barrera entre la obra y el público, por supuesto, hacen de ésta su infusión preferida.

El caso es que a la par de este descubrimiento y novel ejercicio, igualmente en las calles parisinas comienzan a aparecer las cabezas y los cuerpos por separado de diversos artistas modernistas. Si la naturaleza de estos asesinatos en serie no es grotesca lo suficiente, la comunidad artística se confunde y aterra aún más con las descripciones del asesino dadas por algunos testigos, y que parecen trazar la figura de Annah, la mujer javanesa que Gauguin capto en una de sus obras.

La fantasía y la realidad se mezclan de forma abrupta y sin remordimiento en The Salon (que ya ha sido publicado en español por Astiberri); y a pesar de que bajo esos términos la historia puede escucharse como un realismo mágico descontextualizado, el encuentro de ambos acercamientos está bien documentado y consumado por Bertozzi, quien de Picasso y Braque hace una especie de investigadores de lo extraño, sumergiéndolos en distintas épocas y lugares a través de famosas obras de arte.

La composición de las páginas, con cuatro viñetas cada una y el uso del azul para marcar la inmersión en la absenta, mientras que distintos juegos de colores interpuestos para crear un efecto a la Tolouse-Lautrec se utilizan en el resto de la historieta, hacen pensar incluso en las características visuales de las obras del periodo comprendido.

Este trabajo surgió como un ejercicio para que su mismo autor conociera más sobre los modernistas y su discurso, pues esta historia (que originalmente fue señalizada como web cómic en el sitio www.serializer.net) la fue investigando sobre la misma marcha.

Así, el acercamiento a los modernistas por parte de Bertozzi en este thriller histórico parece renovar la opinión sobre ellos, a quienes analiza más como humanos comunes (por supuesto con talentos únicos) que como figuras intocables del arte.

En ese aspecto, por ejemplo, Bertozzi no descarta la idea de que Picasso haya estado influenciado por el montaje de la historieta para la evolución de su obra y su marca en el cubismo (la secuencia de aguafuertes Sueño y mentira de Franco, que hace algunos años la editorial Dark Horse Comics reprodujo ya en una antología, muestra un ejercicio con guiños al medio por parte de Picasso en 1937).

Finalmente, esta obra que ha logrado sobresalir por méritos propios, indudablemente ha encontrado su mayor repercusión a través de un desafortunado suceso durante Halloween de 2004, cuando una copia del cómic Alternative Press #2, con un extracto de The Salon, fue dada a un menor por Gordon Lee, dueño de una tienda de cómics de Georgia. En el extracto contenido se ve a Picasso desnudo discutir con Braque quién dibuja mejor, y eso fue suficiente para que los padres del niño se quejaran con la policía.

Lee se disculpó públicamente y explicó que su intención no fue darle ese cómic precisamente al niño de 9 años, sino que era parte de cientos más que se obsequiaron; ésta no fue aceptada y en cambio sí fue arrestado. Hasta el día de hoy, la corte continúa sin dar un veredicto y, de encontrar culpable a Lee (a quien se le acusa de diseminar imágenes de ‘desnudos explícitamente sexuales, conducta sexual y abuso sadomasoquista’ a menores), podría pasar un año en prisión, y estaría obligado a pagar mil dólares por cada cargo [en la víspera de la publicación de este texto, los cargos contra Lee afortunadamente fueron desechados: el 18 de abril de 2008, ahora podemos mencionarlo].

El Arte Moderno, en mayor medida, ganó ya la batalla en contra de la intransigencia y la censura… la historieta, por el contrario, va construyendo una imagen que lo desmitifique como lectura para enanos. Y The Salon, afortunadamente, ayuda en dicha heroica tarea.

*Publicado en el suplemento El Ángel, del diario Reforma, en abril de 2008


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen articulo maese Matamoros, tratre de checarlo, claro si la crisis me lo permite.
Si me permite me gustaria hacerle 2 preguntas que espero me pueda responder.
1.- ¿Como se llama y donde puedo conseguir el trabajo que el maestro Alberto Breccia hizo de los mitos de cthulhu.?
2.- ¿Usted consideraria al formato Absolute como uno de los mejores sucesos en esta decada (hablando de comics por supuesto)?, pregunto esto debido a que en todos los conteos que e checado nadie menciona esto, y que yo sepa el formato es de esta decada.

Morningstar dijo...

Hola.
Desafortundamente el acercamiento de Breccia a Lovecraft es uno muy buscado y poco ofertado. La edición mexicana es prácticamente imposible de conseguir; hace unos años salió una española y se agotó rápidamente; y de la última que supe fue una italiana que llegué a ver en ebay en alrededor de 50 dólares. Lo que te recomiendo es que andes buscando constantemente en ebay, y seguramente correrás con suerte en algún momento.
Y totalmente de acuedo contigo en lo del Absolute. Se trata de un suceso importante, y del que ya tenbdrá que hablarse en algún momento antes de que acabe el año. Creo que en el resumen de la década de Wizard sí lo tomaron en cuenta. Saludos.