martes, 3 de mayo de 2011

Lychee Light Club, de Usamaru Furuya

Lyche Light Club
Por Usamaru Furuya
Vertical Inc.
17 dólares



Boom boom boom boom suena dentro de viñetas grises cuya forma la dictan escenarios fabriles decadentes; vestimenta nocturna de una metrópoli equis japonesa que más allá de sus fumarolas y sus cochambrosos muros guardan las secretas e inesperadas actividades de un grupo de adolescentes que parecen vivir con base a una lógica torcida.

Se trata del Lychee Light Club, un grupo de estudiantes que por las noches se entregan a la pasión febril de crear un autómata cuya energía será dada por la ingesta de lichis, y entre quienes parece permear una tensión homoerótica (cómo me cae gorda esta palabra) que combinada con una especie de principios del Nacional Socialismo entre los involucrados, creará una sobresaliente tensión dramática.

Esta historia se encuentra dentro de un manga/novela gráfica que lleva por título el mismo Lychee Light Club, construido por el mangaka Usamaru Furuya y recién publicado por Vertical Inc. Furuya, un tanto conocido en Occidente por la publicación (de parte de Viz) del manga Short Cuts pero, sobre todo, por una serie de gags grotescos recopilados en la antología Secret Comics Japan, en el último decenio se ha convertido en una figura de culto en la escena del manga digamos un tanto alternativo.

Graduado en pintura en la Universidad Tama de Arte, en Tokio, Furuya explotó igualmente su interés en la escultura y la danza Butoh; sin embargo y precisamente, tras asistir al montaje teatral del Lychee Light Club, por la compañía Tokyo Grand Guignol, supo que algún día tenía que hacer algo con dicha obra, así como que lo suyo era el drama.

Dicha obra, llena de una intensidad sexual enrarecida, uniformes escolares que recuerdan a la Gestapo, una juventud concentrada en hacer lo que su peculiar deseo y obsesiones les requería en lugar de lo que las instituciones dictan y, en general, un estado de las cosas en aparente balance durante el día y en completa anarquía durante la noche formuló desde entonces la fuerza creativa de este autor.

Al ver Lychee Light Club, la resonancia de detalles e imágenes a la obra de Suehiro Maruo es inmediata; ya después uno se entera que el propio Maruo fue miembro y diseñador de la Tokyo Grand Guignol, y entonces todo encuentra un balance aún mayor.

Maruo, arquitecto de un universo sadomasoquista en manga, cuyos códigos son la posguerra y el cine anómalo (freaks, vampiros, asesinos, violadores, etece), se ha convertido en un autor de trascendencia gráfica y discursiva y cuya obra –a pesar de su crudeza, violencia y misoginia– brinca claramente como referencia e influencia en el discurso de no pocos mangakas.



Y tal es el caso de Lychee Light Club, una obra que de manera contundente logra concretar sus propias reglas: un grupo de 8 inadaptados adolescentes, al frente del cual se encuentra el aparentemente insensible Zera, se empeña en lograr la juventud eterna. Para ello recurren a la ingesta de lichis como supuesto fuente de la eterna juventud, y tomando al emperador romano Elagabal como guía espiritual, quien murió a los 18 años e, inclusive comenta el mismo Zera, intentó cambiar de sexo para permanecer bello y joven. Para estos fines, igualmente crean un monstruoso autómata con el cual esperan exterminar a los adultos para reinar así sobre una tierra en la que esperan la juventud sea el único camino.

En esa búsqueda se dan traiciones y mentiras entre los 8 integrantes, así como la carnicería de no pocas víctimas e, inclusive, el encuentro con una cautiva que desarrolla el Síndrome de Estocolmo y quien está plenamente segura de que vivirá feliz con el monstruoso autómata alimentado de lichis.

Lyche Light Club, efectivamente, carece de una lógica como tal, porque cuenta con sus propias reglas construidas en base al absurdo y a los mismos elementos del Gran Guiñol. El resultado es una obra extraña e intensa, en la que el detalle de la línea clara de temas retorcidos instaurada por Maruo puebla contrastes de luces y sombras importadas del expresionismo, y reflejando así de forma extraordinaria las telarañas que cruzan las mentes de los protagonistas y concretando, entonces, una novela gráfica que a nada parece semejarse.

Con estos temas, no extraña entonces saber que este mangaka se encargó de una adaptación en manga del impresionante filme Suicide Club, del cineasta Sion Sono (y de quien curiosamente actualmente se exhibe su filme Cold Fish, como parte del Foro Internacional de la Cineteca Nacional), una historia que versa sobre juventudes confundidas a partir de los mass medias y que coincide con Lychee Light Club en búsqueda y clímax trágico.

Aquí, pueden ver un extracto de esta obra, primero de otros proyectos que Vertical tiene planeado publicar de Furuya, pues en unos meses presentará No Longer Human, una adaptación a la novela homónima de Osamu Dazai.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Vi el previo me animo a adquirir la obra. Ahora la bronca es hacer que llegue hasta aquí. Gran recomendación.

Morningstar dijo...

Todo el catalogo de Vertical siempre llega a Comicastle; aunque no creo que pidan demasiadas copias, por lo que recomiendo preguntar si ya les llegó o cuándo les irá a llegar.

Morningstar dijo...

En la lista de títulos que llegan hoy para venta a Comicastle, se ecnuentra Lychee Light Club.