sábado, 21 de mayo de 2016

The Witch, de Robert Eggers

Además del Diablo, algo más que causa pavor, confusión y animadversión, habita en las brujas

En nuestra propia cultura, viejos y conocidos son los cuentos, relatos y crónicas que desde el seno familiar y las tertulias entre amigos nos hablan de que la vecina del vecino o el tío desaparecido alguna vez se encontró de cerca con una bruja.

Yo mismo, en 1986, siendo un niño, a unas cuadras de mi casa, en vísperas del paso del cometa Halley, vi cruzar el cielo a una altura no muy importante una bola de fuego a gran velocidad y a la cual confundí con el cuerpo celeste; más tarde, me enteré que su arribo sería días después y a una altura y velocidad muy distintas a las que presencié.

Ante todo esto –y a pesar del rostro en mayor medida grandilocuente y colorido al que nos ha acostumbrado el cine en poco más de cien años–, la imagen de la bruja, lo que implica y lo que provoca, ha sido uno de los temas que más me han apasionado en el cine.

Víctima de la ignorancia y el fanatismo religioso o, por otro lado, con vocación para el auténtico mal, la bruja o se encuentra del lado del conocido como bien o del conocido como mal. Con ella no hay medias tintas.

Así, el filme The Witch (La Bruja), de Robert Eggers, de reciente estreno y exhibición alrededor del mundo ha causado adoradores o detractores; parece que en esto tampoco habrá medias tintas.

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En mi caso, el amor a primera vista fue la respuesta, porque en este hallé un filme que parece (y en parte) fue realizado sin reparar en un siglo de historia fílmica. Se trata de una historia que respeta su tema y fuente, buscando reconstruir un momento histórico sin exageraciones o recursos gratuitos.

En el Siglo XVII, siglo oscuro, una familia en Norteamérica es obligada a abandonar una comunidad y buscar su propia subsistencia. Los padres, un recién nacido, una adolescente, un hijo y un par de pequeños gemelos, niña y niño, buscan sobrevivir a orillas del bosque con sus propios recursos. Un día, Thomasin, la adolescente, decide llevar a pasear cerca del bosque a Samuel, el miembro más joven de la familia. Desaparecido mientras ella cierra los ojos, Samuel es secuestrado por una entidad oscura. Culpan a un lobo de la desaparición, pero el miedo a algo allá afuera, el quebranto creciente de la familia y la extraña actitud de los gemelos con una cabra negra de su rebaño, van dando forma a los eventos.

Lo primero que sorprende de The Witch, es la hermosa fotografía de Jarin Blaschke que, por un lado, capta el esplendor del bosque y sus parajes, así como la presencia humana y sus vestidos; y por el otro, construye de manera increíble, fascinante y bella la mística oscura de las brujas sugerida por documentos históricos, pero sobre todo por el agraciado pincel de Francisco de Goya. Desde Haxan (1922), de Benjamin Christensen, ninguna cámara de cine había capturado imágenes malditas de realismo y belleza apabullante, haciéndonos creer en algo que aparentemente no pasa de ser superchería.

Pero para llegar a este logro técnico, se encuentra una investigación de Eggers que se expande durante 5 años y concluye en el gran logro plástico y narrativo que compone The Witch, filme cuyo verismo nos hace confrontar la peligrosidad que en aquel momento implicó la posibilidad latente de que cualquier buen día se acusara de brujería a cualquier individuo, especialmente a las mujeres, sin importar edad; y por otro, nos permite adentrarnos y participar en la fantasía de las brujas de manera radical. Es decir, este es un filme de dos tintas, y logradas sin problema.

The Witch denuncia, finalmente, cómo a través de los siglos la ignorancia y el fanatismo han sido los mejores aliados de nuestra civilización moderna y su conversión al catolicismo. Y ahí, finalmente, es donde se da el punto de quiebre y las decisiones que mejor convengan son las que se toman. Aquí, como en cualquier ecosistema de tragedias –y tras la hecatombe emocional– las soluciones que llegan desde la clandestinidad o lo marginal, si es que no son las mejores, son las únicas ante la injusticia y el poder corrupto

A esto, sumamos el regodeo anecdótico y narrativo de The Witch, y tenemos un filme como pocos. Eggers no es especialmente seguidor del género oscuro en el cine, lo cual podemos considerar que le permitió alejarse marcadamente de las líneas de éste, y permitiendo que la alquimia del cine de Bergman y Dreyer, junto al deseo por acercarse a los eventos reales y su época, consiguieran una obra vital en la que, a diferencia de lo algunos han considerado, sucede mucho al encontrar frescura en el pensamiento antiguo.

Como sucedió con The Blair Witch Project en su momento, a The Witch se le ha acusado de ser un filme que funciona con la dinámica de la publicidad con base en la promesa de que algo sucederá, de aquello que no se ve. Pero, por el contrario, como aquel mismo filme, en The Witch sucede mucho: el exterminio de una familia ante la omnipotencia de la organización más poderosa de la historia fundada en cuentos de hadas, además de proponernos de manera impresionante una manera de creer en las brujas.

The Witch, más que proponer el lado oscuro como una solución a las inequidades de la vida, su pecado parece que ha sido no presentar efectos de la Industrial Light and Magic o de Weta Workshop. Pero la culpa la tiene una industria que nos hace creer que todo debe ser de cierta forma, y no las hermosas fantasías que nos muestran mujeres levitando en oscuridad magnífica.

4 comentarios:

Payos dijo...

Años de no entrar a icnoctlán, y me da gusto encontrar este post :)
- Casi no veo películas de susto porque, justamente, me asusto y no duermo, por muy mala que sea la película. Con La bruja pasó lo mismo, pero verla fue una experiencia muy agradable.
- La fui a ver con mi hermano de 15 años, en una sala repleta de jovenes de esa edad, y al terminar la película unos preguntaban '¿qué? eso es todo?' mientras otros abucheaban. Y la verdad yo también esperaba una película más del tipo 'El conjuro' y sus secuelas. Que bueno que no fue así; le hecho la culpa al trailer, que hace que se vea como todas las demás películas de terror actuales. Creo que con el tiempo se le dará una nueva revisión a esta peli por parte de las personas que esperaban otra cosa.
- Goya rules!
Saludos Sr. Matamoros :D

Morningstar dijo...

Qué bueno que te diste un chance de ver esta gran obra, Payos. Sin duda, con el tiempo su trascendencia se afianzará.
Saludos y gracias por pasar por acá.

M

Ivan dijo...

Buena tarde MR M

Pues estuve un poco desfasado en tiempos y me toco verla pirata; la disfrute tanto que al termino de los créditos empecé como desquiciado a exigir a mis conocidos (como era el dicho? unos cuantos gatos) que suspendieran su sesión de The walking dead (la serie tv) que se dieran la oportunidad de ver este film. No recuerdo cuando fue la ultima vez que me gustara tanto un trabajo de este genero.

PD: sorry ya no te pude escribir para informarte los titulos que me llegaron doble de FB
por si te resultaban de interes, aunque capaz y ya cuentas con ellos.
Saludos!

Morningstar dijo...

Hola, Iván.
Pues que bueno que te diste el tiempo para verla, aunque ya no fuera en cine, porque sin duda se trata de uno de los grandes filmes en años recientes.
Ahora, no te pierdas la que acaba de salir de Godzilla, es muy buena.
Y de los libros pues dime cuáles te llegaron, supongo que tienes mi correo.

Saludos