martes, 26 de enero de 2010

Seis décadas de Astro Boy

Este fin de semana, finalmente, parece que se estrenará el filme animado de David Bowers inspirado en Astro Boy, una de las obras maestras de Osamu Tezuka. El siguiente es un texto que escribí y que el domingo pasado, 24 de enero, salió publicado en el suplemento El Ángel, del diario Reforma, para recordar y aplaudir la obra de este kamisama.

En 1963, la televisión japonesa se cimbró con la llegada de Astro Boy. En aquel momento, seriales animados como Los Picapiedra o Don Gato y su pandilla, así como infinidad de cortos producidos por los estudios Disney, tenían ya bien enterados a los espectadores nipones respecto al espectáculo animado. No obstante, con Astro Boy la propuesta trascendería aun más por las inquietudes personales de Osamu Tezuka, creador de este personaje -entre cientos más- y a quien se le considera una de las figuras de mayor importancia cultural en Japón.

Tan es así, que en 2009 se produjo un filme animado por computadora (y que ahora llega a México), en un esfuerzo por mantener la vigencia de un icono oriental que ha sobrepasado la condición de entretenimiento, para instalarse como embajador cultural y consciencia humanista del uso tecnológico.

Construyendo el futuro
En 2003, a partir del 7 de abril, Japón celebró la llegada del futuro con una serie de actividades a desarrollarse durante los siguientes meses, en las que Astro Boy y sus implicaciones culturales, tecnológicas y filosóficas fueron discutidas y comparadas. Esa fecha, 7 de abril de 2003, fue la que Tezuka marcó como momento en que el personaje es creado por el doctor Tenma, del Ministerio de Ciencia, como sustituto a su hijo, muerto en un accidente de auto.

Aunque centrada en 2003, la historia fue construida por Tezuka en 1952, medio siglo antes y haciendo de ésta una historia de ciencia ficción especulativa, cuando el término –incluso- no era aún conocido en estas islas. ¿Pero es esto, acaso, razón suficiente para hacer de este personaje un icono nacional, centro de celebraciones nacionales durante prácticamente un año?, y de su autor ¿un creador respetadísimo a cuya obra se ha dedicado incluso un museo y, entre muchos otros reconocimientos, ponerle su nombre a un premio nacional de manga (historieta japonesa), entregado por el diario Asahi Shimbun, el segundo de mayor circulación en Japón?

En 1950, Osamu Tezuka realizaba sus prácticas médicas con convicción y dolor, la Gran Guerra había terminado unos años atrás y las secuelas de la derrota japonesa podían verse claramente en la desnutrición de sus pacientes. El cuerpo humano le reveló que la causa de la derrota se debía a razón de la ciencia y la tecnología.



“Mientras Estados Unidos arrojaba bombas atómicas, el ejército japonés intentaba prenderle fuego a bosques en América enviando globos incendiarios hechos en base a bambú y papel, y arrojados a la corriente de aire. Desarrollamos un complejo de inferioridad a partir de la ciencia”, le reveló Tezuka a Frederik L. Schodt, citado en su libro The Astro Boys Essays (Stone Bridge Press, 2007).

Con 22 años de edad, Tezuka se encontraba entonces en el trance de sus estudios de medicina y en su desarrollo como mangaka (realizador de historieta japonesa), tomar partido por una de estas carreras parecía reflejar el conflicto interno que vivía el joven creador, quien por un lado deseaba ayudar a sus congéneres y por otro quería inspirar para que nuevas generaciones se interesaran por la ciencia, y los cambios que esta implica.

Lo cierto es que Tezuka desde niño tuvo el privilegio de estar rodeado por expresiones artísticas como el teatro, el cine y el manga, ante los intereses de sus padres y los suyos propios. Es por eso que desde muy joven estuvo interesado en crear manga, y sin perder las esperanzas de algún día realizar animación. Cuando en 1951 una editorial de Tokio lo invitó a crear una historia que presentara semanalmente, todos estos intereses -así como una amarga experiencia de tonos xenófobos con unos soldados estadounidenses- lo inspiraron para crear la historia de un pequeño robot que permitiera presentar dilemas morales y existenciales, frente a la era atómica.

Durante un cuarto de siglo, Tezuka presentó la saga de Astro Boy en manga, transformándose en una de las narrativas más exitosa en dicho formato en Japón. El pequeño robot, así, fungió como una especie de consciencia de los tiempos: imperfecto, pues su programa no le permitía actual mal, Astro combatió por el bien común tanto de la humanidad como de los robots; estos últimos en manos de Tezuka funcionaron como metáfora de las llamadas minorías y de la realidad multicultural mundial.

El éxito de la obra permitió que Tezuka realizara su sueño de trabajar en animación, al realizar una versión animada de Astro Boy para la televisión, en 1963. Primero en su especie en Japón, el serial animado del personaje fue un parteaguas en base a su construcción, pues se trató de una emisión semanal, compuesta por 52 episodios, de 22 minutos y en blanco y negro, cada uno. Además de la rica narrativa propuesta por la obra (a diferencia de la animación occidental centrada prácticamente en gags y acción), ante las necesidades (falta de tiempo y de presupuesto) Tezuka hizo uso de la llamada animación limitada o lenta para sacar avante el proyecto, y que consiste en utilizar un solo dibujo hasta en 18 cuadros de película, en lugar de uno o dos cuadros, que es lo normal. Así, en ocasiones un dibujo debía dilatarse frente a la cámara, incluso explotando aspectos o close ups de los mismos. Con esta técnica fue que nació el tan socorrida y respetado diseño del anime japonés, en el que el tiempo se congela, se dilata, y da paso para la introspección, el análisis y una serie de momentos dramáticos prácticamente inexistentes hasta ese momento.



La NBC adquirió la serie para transmitirla en América a partir de 1966, logrando un éxito inesperado, a pesar de la censura que esta televisora estadounidense infligió en la serie, ante ciertos elementos y temas que consideró fuertes para la audiencia occidental.

Ante una oferta de animación prácticamente definida por animales antropomorfos en comedias, el discurso dramático y visual de Astro Boy en Occidente impactó fuertemente en niños y adultos. Uno de los artistas que tempranamente mostró asombro ante la obra de Tezuka fue Stanley Kubrick, quien a través de la NBC lo contactó para demostrarle su admiración y ofrecerle una colaboración en su siguiente proyecto fílmico, que sería un acercamiento serio a la ciencia ficción. Como el proyecto exigía una estancia en Londres de dos años, Tezuka no pudo aceptar colaborar, y un par de años después vio con gusto el estreno del mismo: 2001: Odisea del Espacio (no obstante, vale la pena recordar que AI: Inteligencia Artificial, el proyecto en el que Kubrick trabajó durante 12 años, y que fue terminado por Steven Spielberg tras la muerte del director de Naranja Mecánica, es prácticamente una interesante reelaboración de Astro Boy, pues se trata de la historia de un robot con forma de niño que, al igual que el creado por Tezuka, en algún momento es vendido a un carnaval).

A través de los años, Astro Boy ha sido una fuerza inspiradora para autores en Oriente y Occidente. Tras su transmisión en la televisión, la animación japonesa explotó de manera estruendosa proponiendo nuevas formas de presentar y contar historias. De la misma forma, la imagen y el desarrollo del robot en Japón ha sido desde entonces un símbolo tanto de su desarrollo tecnológico y como de nación.

Asimilando el futuro
En 2003, en el marco de las celebraciones de la llegada del futuro con el “nacimiento” de Astro Boy, comenzó la publicación de la saga de Pluto, reelaboración por el mangaka Naoki Urasawa a “El robot más grande del mundo”, uno de los episodios más populares y clásicos de Astro Boy. Con esta obra, Urasawa –quien en las últimas dos décadas se ha convertido en uno de los autores más célebres de Japón- patentiza la grandilocuencia de la obra de Tezuka al profundizar en la carrera armamentista y en el dilema existencial, en voz de un grupo de robots (es decir, las mismas armas) que, igualmente, luchan por subsistir ante un complot que los está exterminando. Este thriller de tintes épicos, constituye un inteligente homenaje a uno de los dramaturgos más grandes del pasado siglo, creando algo nuevo a partir de los mismos clásicos.

Con Astro Boy, el filme de David Bowers, en tanto, continúa la perpetuación de un icono y con ello, esperemos, la continuidad de una búsqueda artística por la mejor realización de nuestro futuro.



4 comentarios:

Shigeru dijo...

Mauricio, muy interesantes los datos que comentas -muchos de los cuales desconocia- acerca de los factores que influenciaron la creación de uno de los trabajos más importantes (sino es que el más importante) de Tezuka, así como de sus aportaciones al manga y mas aun al anime.
Quiero creer que este filme, es en parte, una especie de homenaje a un icono del entretenimiento, que servira para ser recordado y para darse a conocer a las generaciones que no lo conozcan.

Saludos.

Morningstar dijo...

Así es, Shigeru. Ojalá y la exhibición del filme le abra los ojos a más espectadores para acercarse a la obra original, y al resto del trabajo de Tezuka.
Saludos

Ganghis dijo...

Gracias por el este articulo, y los demas como la entrevista. Tenia tiempo que no comentaba.
Una duda, ¿cual version de anime es la que pasaban por el Canal 5 (en tus cincos sentidos) ya hace varios años? No me refiero a la ultima version que es del años 2003, es que recuerdo que eran muchos episodios y todos a colores

Morningstar dijo...

Hola,Ganghis.
La que pasaron hace varios años por el 5 fue la segunda versión, de 1980. Esa ha sido editada por Zima, en una cajita que anda como en 200 pesos, y es una caricatura muy recomendable.
Saludos.