Viernes de Reseña: Sublife, de John Pham (Fantagraphics)
Tuve la suerte de conocer el trabajo de John Pham al momento de su inicio, con la publicación de Epoxy. Fue en el 2000 cuando apareció el primer número de esta serie, una publicación independiente de 64 páginas y con tres historias en su interior: En Shiva, un robot está desarrollando un soliloquio existencial mientras la policía lo detiene, al tiempo que un dragón intenta cazarlo. El tono absoluto de ciencia ficción de esta historia se rompe frente a la agobiante realidad de Elephantine (que presenta la cruel existencia de un pugilista de un solo brazo y su sufriente infante couch), y al intenso y disfrutable cuadro urbano en Modesto (en el que la niña genio Olive sirve como vehículo de la historia para observar la percepción de una adolescente en el mundo contemporáneo).
Pham recibió la beca de la Xeric Foundation, organización no lucrativa fundada por el cocreador de las Teenage Mutant Ninja Turtles (junto con Kevin Eastman) Peter Laird, quien de la enajenación producida por sus personajes logró sacar verdadero provecho para el medio y la industria de su país. Pues bueno, el caso es que con dicho incentivo Pham logró publicar tres números de esa sorprendente serie, en la que demostró grandes capacidades narrativas y estéticas en diversos géneros (según él, tan sólo para ver qué es lo que debía y no hacer), y una voz auténtica en el cómic independiente estadounidense.
Por aquellos años hice contacto con Pham vía email, y me sorprendió el día que me aseguró que no tenía pensado ya concluir las tres historias iniciadas en Epoxy, pues simplemente decía que -fuera de Modesto- éstas ya no le resultaban excitantes, y que estaba ya más encaminado hacia otros temas e inquietudes.
He de decir que a mí entonces me costó trabajo entenderlo, pues al día de hoy aquellos números de Epoxy continúan pareciéndome de lo mejor del cómic indie de aquellos años.
Y así pasó el tiempo hasta que comenzó la publicación de la antología MOME de Fantagraphics, entre cuyas varias historias se encontraba la serialización de 221 Sycamore St., realizada por un Pham que ya se notaba muy alejado de lo visto en Epoxy.
Y bajo el título de Sublife recientemente ha aparecido una recopilación –supongo la primera- de esta singular serie de Pham, en la que la cotidianidad encuentra cierto sesgo absurdo.
Hoy día, Pham ha dejado atrás el realismo logrado de sus primeras series, para instalarse por completo en el radical y aparente minimalismo del comic de autor.
Ya en aquellos intercambios de correos, Pham me comentaba de su aprecio por la obra de Chris Ware, autor que ha renovado considerablemente la narrativa del cómic con su ACME Novelty Library. Esto salta a la vista fuertemente en Sublife, pero es interesante observar que aún cuando Pham no hace uso de la cantidad de artilugios de montaje y la gran cantidad misma de información visual empleados por Ware, igualmente, demuestra una muy buena capacidad para describir a personajes complejos dentro de la ordinaria condición humana.
Siete al menos son los personajes centrales: Mildred Lee, Vrej Sarkissian, Hubie Winters, B_ y A_ MacDonald, Phineas MacDonald y algo que trae una especie de funda que va de la cabeza a las rodillas. Los siete habitan un suburbio estadounidense, y componen diferentes –aunque no muy distintas- condiciones de vida, expectativas y, eso sí muy diversos, intereses.
La obertura de la obra es una historia breve de sobrevivencia animal en las calles del escenario geográfico de 221 Sycamore St., un encuentro entre un gato negro y un grupo de perros, prácticamente hasta el contrabajo, batería y saxofón como soundtrack pueden escucharse. Y es así que esto arranca muy bien.
El dibujo de Pham en estos días, en esta serie, es prácticamente sencillo aunque lleno de detalles; se trata de una contradicción que surge de cierta forma caricaturesca entre sus personajes, y que parece remarcarla cuando se compara con el trazo de Pham en Epoxy, que era mucho más depurado.
Este mundo de líneas rectas refleja, después de todo, un ambiente ordinario en el que las necesidades y carencias trazan la forma de vida de cada uno de sus habitantes: los MacDonalds son una familia de supremacistas y poco agraciados moralmente; Sarkissian, es un enorme ejemplar del género masculino con un olfato sensible, y que gusta de olores muy muy peculiares; Winters es uno de tantos maestros burlados por sus alumnos; y Lee y el personaje anónimo, finalmente, son aquellos caracteres que nos hacen recordar lo cotidiano de todo este caso.
Sublife, así, no me parece que se trate de la exaltación del universo cotidiano como escenario de historias increíbles a pesar de su vulgaridad; sino creo, más bien, se trata del reflejo de la vida diaria como ejercicio de estilo y narrativa. Y en ese aspecto, Pham nos entrega una obra, tanto contemplativa como excitante.
Sin duda, resulta refrescante ver la evolución de un historietista como Pham, en constante experimentación formal. Aunque espero algún día vuelva a visitar sus primeros universos.
4 comentarios:
Muy buena maese, llegué a leer Epoxy alguna vez, pero nuna supe, hasta ahora, por que se quedó sin terminar. Bueno, pues habrá que echarle un ojo a Sublife.
Me gustaría mucho leer esa parte del gato, me imagino que debe tener un sentimiento jazz/lounge.
Creo que tal vez me autorregale para Navidá esta obra, pero estoy indeciso si eso o una de Sandman...
Preacher Matamoros:
Saludos desde esta interesante perspectiva,la perspectiva de sublife es la vida misma,en nuestra vida pasan cosas q pueden ser irreales y curiosas y nadie(mas q nosotros mismos )sabran q pasaron, vaya es un retrato de nuestra vida en un costoso compendio de papeles...
**God Moore...MAKE SOME NOISE!!!!**
**God Moore, will you sign my DVD of Watchmen Babies**
Ah, pues Sublife es muy recomendable Stark, y sabes, sólo cuesta 9 dólares. Cómo ves Blackheart, creo que a comparación de otros, este librín no está muy caro... saludos
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